Aquella noche de principios
de septiembre de 2012 Jordi Ferrer no podía dormir. Daba vueltas en la cama, nervioso
por la trascendental decisión que estaba a punto de tomar. Le había costado
mucho llegar hasta aquella situación, pero no le habían dejado otra
alternativa. Desde hacía unas semanas había estado barajando las opciones junto
a su hermana y aunque ella aún albergaba alguna esperanza de un algún giro
inesperado en la situación, estuvo de acuerdo en que debían tomar esta
decisión.
Pero para entender la
gravedad del momento debemos viajar en el tiempo hasta 1990, cuando Dolors
Piqué (viuda de Jaume Ferrer) contrajo matrimonio en segundas nupcias con José
García, su vecino de toda la vida. Dolors Piqué era la madre de Jordi Ferrer,
su padre había muerto seis años atrás, cuando Jordi solamente tenía 14 años y
su hermana Anna contaba con 8 añitos. Aunque al principio Jordi no estaba muy
convencido con este matrimonio, poco a poco se convenció que a lo mejor no era
tan malo, su madre estaba contenta y con el matrimonio llegó una casa mayor, ya que, al ser casas contiguas, tiraron un tabique y las unieron en una
casa más grande, y la verdad es que salieron ganando, porque la casa de José
García era mucho más grande que la de los Ferrer.
En cuanto al trabajo,
José García (su padrastro) tenía un bar y su madre un negocio textil, donde
hacía sus propios diseños. Decidieron que cada uno se encargaría de su propio
negocio y aportarían dinero para los gastos comunes del hogar. Desde el año
anterior Jordi ayudaba a su madre en la tienda, se le daba muy bien, y en poco
tiempo ya había aprendido mucho acerca no solo del diseño, sino también del
trato con los clientes y del arte de la negociación.
Así pasaron los años y
fueron años felices. Jordi y Anna enseguida entablaron una bonita relación con
sus hermanastros: Juan (dos años mayor que Jordi), Maite (la mediana) y Pedro.
A pesar que amaba a sus hermanastros Jordi siempre se llevó mejor con Pedro, el
benjamín de hogar, siempre alegre, era mucho más moderno que sus hermanos, y
esto a Jordi le gustaba.
Todo cambió el 1 de
noviembre de 1993, cuando Dolors Piqué falleció en un accidente de coche. Para
Jordi y su hermana Anna fue muy duró. Pero aun no había llegado lo
peor. Al morir su madre, su padrastro, José García, se transformó, se volvió
huraño, siempre estaba de mal humor, en la familia García Ferrer empezaron a
temer sus bruscos cambios de humor y sus gritos. Todos menos Juan, claro, el
niño de sus ojos. Desde pequeño José había sentido un amor especial hacia Juan,
también por sus otros dos hijos Maite y Pedro, pero su Juan era especial. En
cuanto a Jordi y Anna, si siempre había estado un poco distante, esta distancia
se acentuó.
Los siguientes meses
fueron muy duros, hasta que un 11 de septiembre José García llamó a Jordi para
hablar con él a solas:
-
A partir de
ahora, me vas a dar todo el dinero que ganes en las tiendas que tenía tu madre
y yo lo administraré. Además, quiero que le cambies el nombre, quiero que lo
llames “García”.
-
Cómo? - Jordi
estaba desconcertado, ya hacía un par de años que él solo se ocupaba
prácticamente del negocio, su madre así lo había querido – Pero porque no
seguimos como hasta ahora? Siempre ha funcionado bien, aportábamos una parte y el resto lo
reinvertíamos en el negocio y lo utilizábamos para nuestros pequeños gastos.
Gracias a esto el negocio ha ido creciendo y ahora tenemos tres tiendas.
-
Que sea la
última vez que me contestas. Cuando yo digo que me vas a dar todo el dinero y
yo lo administraré me lo das y punto!
-
Como puedes
ser así, tan solo hace un par de meses que mamá ha muerto y me sales con éstas,
no respetas nada! Ni siquiera podemos hablarlo? – Jordi estaba atónito y
terriblemente enfadado. Aquel negocio lo tenían desde hacía dos generaciones y
sus padres habían sufrido mucho para levantarlo.
-
No hay nada
que hablar! Esto se hace por mis cojones! – gritó su padrastro
-
Pues no estoy
de acuerdo! – le contestó Jordi
Lo siguiente fue todo muy
rápido, su padre se levantó y antes que Jordi pudiera reaccionar ya había
recibido el primer puñetazo en la nariz. Cayó al suelo, aturdido. Intentó
levantarse pero notó una patada en las costillas. Consiguió escabullirse de los
continuados golpes que su padre le asestaba, José García estaba enloquecido,
Jordi empezaba a temer lo peor, tenía que defenderse. Aunque su padre era mucho
más voluminoso y fuerte estuvieron peleando cerca de 20 minutos, finalmente
Jordi recibió un golpe en la cabeza que su padrastro le asestó con una silla y
perdió el conocimiento.
Despertó unos días
después, su hermana estaba horrorizada a su lado. Le pidió que por favor no
discutiera más las decisiones de su padrastro, que lo iba a matar.
Cuando Jordi ya pudo
levantarse fue a la tienda principal, el mundo se le cayó encima cuando vio que
habían retirado el antiguo cartel de “Tèxtils Ferrer” por uno donde se leía
“Téxtiles García”. Su padre lo vio y salió de la tienda. Le hizo entrar y lo
que le dijo a Jordi nunca lo olvidaría:
-
Hijo, te voy
a perdonar lo que me hiciste. Pero tengo que decirte un par de cosas. Los
abogados y el notario encontraron que en el testamento de tu madre había un
error de forma. Así que no es válido, de manera que todo el patrimonio que ella
os dejó pasa a mi poder. – Entonces fue cuando puso una mirada de odio que
Jordi no conocía - La próxima vez, te
repito, la próxima vez que vuelvas a revelarte contra mi o contra nuestra familia
te mataré a ti y a tu hermana! Lo has entendido? Podría dejarte en la calle,
pero por respeto a tu madre…
-
A mi hermana
no la toques, ella es una niña y no tiene culpa de nada.
-
Eso depende
de ti.
Durante los siguientes
años la vida de Jordi fue un infierno. Se arrastraba todas las mañanas hasta
las tiendas para sacar el negocio adelante. Solamente su espíritu trabajador y
la esperanza que algún día aquello cambiara le hacían avanzar. Jordi sentía que
estaba cautivo en una vida que no era la suya. Tal era el odio que su padrastro
sentía hacia él que prohibió que él y su hermana hablaran catalán en su casa.
Fue muy claro: “si os vuelvo a oír hablar catalán en mi casa, no os daré ni un
duro”. Lo peor es que estaba hablando del dinero que Jordi y Anna ganaban con
el sudor de su frente.
Más de una vez pensó en
irse de casa, pero no podía renunciar a
aquella gran casa que estaba situada en el mejor sitio de la ciudad. Pero por
encima de todo, no podía renunciar a sus raíces, aquella casa la habían
levantado sus antepasados con el sudor de su frente.
Tres años después murió
José García. Jordi disimuló por respeto a sus hermanos, pero por dentro se
alegraba de la muerte de aquel hombre que se lo había robado todo con la
colaboración de su amigo Santiago Sánchez, el notario. Intentaría demostrar que
el testamento de su madre era válido.
Pero su alegría duró muy
poco, cuando Juan le hizo saber que nada iba a cambiar. Que no iba a permitir
que nada cambiara. Jordi intentó razonar con él, pero no hubo manera ni
siquiera de empezar a hablar. Jordi y Anna tuvieron una gran decepción, pero la
mayor decepción se la dio Pedro, su hermanastro menor, al que tanto amaba, ya
que, cuando les explicó la situación calló y se remitió a responder que aquello
dependía de Juan y Maite.
Pasaron los años y todo
seguía igual, ahora Anna trabajaba con Jordi. Las tiendas necesitaban crecer,
cada vez tenían más clientes, hay que reconocer que en parte, gracias a la
ayuda de los clientes del bar de Juan y de las amigas de Maite que ayudaron a
dar a conocer sus tiendas. Jordi decidió hablar con Juan:
-
Oye Juan,
necesito dinero para invertir en otra tienda y personal, no alcanzamos a
producir toda la demanda que tenemos, piensa que esto será beneficioso para
todos. Ganaremos más dinero. Tu sabes que lo necesitamos.
-
Está bien, te
puedo dar 200.000 pesetas – Le ofreció Juan
-
Qué?!?! Con
eso no tengo ni para empezar, necesito mucho más, es totalmente injusto que con
el dinero que dan las tiendas no inviertas más que eso.
-
Qué egoísta
eres Jordi! Cada día tienes tu plato en la mesa, a ti y a tu hermana no os falta
de nada y aun me dices que es injusto. Tu hermanastra Maite necesita dinero,
aunque gane menos que nosotros tiene derecho a una paga. Y que me dices de
Pedro, como guitarrista no gana lo suficiente y también hay que alimentarlo.
-
Juan por
favor, no seas demagogo, hace 2 años que no hago vacaciones, me compro
únicamente la ropa que necesito y mis únicos caprichos son ir al cine de vez en
cuando con mi novia y al campo algún
domingo. Pedro no para de viajar y Maite gasta una barbaridad en ropa. Encima,
lo único que te pido es dinero para invertir, no es ni para mi, y me dices que
soy un egoísta!
-
200.000
pesetas, ni un duro más.
Y así pasaron los años,
negociando con Juan hasta el último céntimo de reinversión en el téxtil, desde
el inicio las tiendas producían mucho más dinero del que recibían para
reinvertir. En cambio el bar había ido ampliándose exponencialmente. Incluso
había abierto otro bar, que duró 6 meses y Juan se vio obligado a cerrar. Con
las consiguientes pérdidas que se pagaron con dinero de las tiendas.
No todo era negativo.
Realmente el bar, después de todas las reformas era un bar genial, tenía
productos de primerísima calidad y empezaba a funcionar bastante bien. Y aunque
Maite y Pedro gastaran más de lo que tenían los siguientes años fueron de
relativa calma. Con Pedro se llevaban muy bien, era muy bueno con la guitarra,
compartían libros, películas, salían al campo, hablaban de la actualidad y de
política, donde tenían posiciones parecidas, ya que tanto Pedro como Jordi eran
bastante progresistas, al revés que Juan y Maite. Pero cuando Jordi sacaba el
tema de la reinversión de los negocios Pedro se hacía el sordo y eso
entristecía enormemente a Jordi.
Fue en aquella época que
Jordi Ferrer conoció a Susana Martínez y se enamoraron. Fueron felices durante
muchos años, y en julio de 2004 se casaron. Fue un gran acontecimiento, uno de
los días más felices de su vida. Únicamente superado cuando, dos años después,
nació su primer hijo, al que llamó Jaume, como su padre.
Siguieron años felices,
los tiempos avanzaban y la modernidad se abría paso, aunque a veces costaba un
poco que llegara a casa. Como aquella vez que Jordi habló con Juan para poner
internet en casa y Juan, reticente un tiempo, solo accedió cuando también se lo
pidieron Anna, Pedro e incluso Maite. Las tiendas funcionaban bien, aunque
siempre con el problema endémico de la falta de inversión. Incluso llegaron a
un acuerdo Juan y Jordi de llamar a las tiendas “García Ferrer”. Aunque Jordi
seguía creyendo que era injusto, accedió, más vale pájaro en mano que ciento
volando, pensó. Jordi empezaba a creer que podría ser feliz en aquella nueva
situación.
Todo cambió en 2010, el
pequeño Jaume crecía y Jordi se reunió con Maite, Pedro y Ana (Juan estaba de
viaje) para hablarle de una reforma en la parte de la casa que antiguamente
había pertenecido a su madre (y que Jordi no renunciaba a su propiedad, ya que
aun luchaba para que se reconociera el testamento de su madre). Jordi les
propuso remodelar una habitación para el pequeño y reformar la cocina y el baño
de aquella parte de la casa, que ya estaban muy antiguos. Al principio Maite y
Pedro se negaron, no querían que Jordi creyera que aquella era su casa, no
querían ceder a la verdad que les inculcó su padre. Pero al cabo de unos días, después
de ceder unos y otros, todos estuvieron de acuerdo.
Cuando todo parecía ir
bien, llegó Juan de su viaje y cortó el proyecto en seco. Aunque Pedro intentó
hacer cambiar de opinión a Juan (Maite se hizo la sueca), para Juan el tema
estaba zanjado. Aquello fue una losa para Jordi, Anna y Susana. Además de esta
decisión unilateral, la crisis económica de aquellos últimos años los tenía
asfixiados. Juan seguía repartiendo a su modo, que era el siguiente: Jordi y
Anna siempre perdían dinero. Aunque estaban de acuerdo en ayudar al resto de
sus hermanos no tenía sentido que Pedro se hubiera comprado un coche nuevo
cuando ellos tenían el mismo desde hacía 12 años. Por no hablar de las continuas
reformas en la parte de la casa que pertenecía a los García originalmente.
Pero la gota que colmó el
vaso, fue el día que Juan se empezó a meter en la educación de Jaume. Según él
no veía normal que solamente le hablaran en catalán. Aunque le explicaron que
con casi todos sus amigos y con sus tíos Jaume hablaba un perfecto castellano y que sacaba muy buenas notas, Juan seguía empeñado en que en
casa deberían hablarle en castellano. Si hasta su madre Susana, castellano-hablante
de origen andaluz, estaba de acuerdo en hablarle catalán a su hijo. Sencillamente
era una discusión absurda, no había problema alguno, parecía que los viejos
odios de Juan heredados de su padre volvían a la luz. Esto era el colmo, no
podían continuar así, aunque Jordi hubiera vivido arrodillado, su hijo no
merecía aquella vida, no permitiría que su hijo creciera renunciando a una
parte de sus raíces!
Después de hablarlo con
su hermana Anna, el novio de Anna y con Susana, reunieron todos sus ahorros y
fueron en busca de un buen bufete de abogados que estudiara el caso del testamento
de su madre. Después de infinitas reuniones y de búsqueda de documentación
llegaron los frutos. Aquella anulación de testamento tenía muchos defectos de
forma, de manera que los abogados creían que en un juicio teníamos muchísimas
posibilidades que se reconociera.
Ya eran las 4 de la
mañana del 11 de septiembre de 2012, ya en el presente Jordi seguía revolviéndose
en la cama. Hacía 19 años de aquella paliza de su padrastro. Al día siguiente
él, su hermana y su mujer hablarían con el resto de la familia y les
explicarían la historia del testamento de su madre, les explicacirían que querían independizarse. A su hermana le daba pena
separar las casas, pero Jordi, Susana y el novio de Anna le hicieron ver que lo habían intentado todo para convivir juntos, pero el futuro de sus hijos dependía de separar las
casas y recuperar su negocio.
Así lo hicieron,
esperando que los García reconocieran la realidad y que pudieran llegar a un acuerdo para
separar las casas. Serían buenos vecinos, pues a pesar de todo, eran sus
hermanastros y los amaban. Pero la actitud de los tres hermanos García y de sus
parejas fue de desprecio total. Le siguieron semanas de discusiones y amenazas,
su argumentación era la de meter miedo en el cuerpo de los Ferrer. Que no
serían capaces de salir adelante, que si habían pensado en los recibos de la
luz, el agua, la comunidad.. Que el resto del vecindario se iba a poner en su
contra, que si eran unos traidores y no les querían… Los Ferrer intentaron
hacerles entender que claro que les querían, pero había llegado el momento de
que cada uno hiciera su propio camino, que querían independizarse.
Jordi habló con Juan, no hacía falta llegar a los tribunales, que no les querían ningún
mal, que lo mejor era llegar a un acuerdo. Juan al principio no quería ni
hablar del asunto, no acababa de entender la situación, pensaba que era un
cabreo tonto y que se les pasaría. Pero al ver que pasaba el tiempo y Jordi le
seguía insistiendo que si no colaboraban se verían obligados a ir a juicio, Juan
decidió cambiar de estrategia. Un día le dijo:
-
Está bien,
vamos a hacer una cosa, hacemos la reforma de vuestra parte del piso que
querías hacer, e invertimos un poco en las tiendas. No se hable más.
-
Juan, creo
que no acabas de entender que ya no queremos reformas, ni migajas para
invertir. Lo que nosotros queremos es tener nuestra propia casa, nuestro propio
dinero, nuestra propia vida, nuestra mezcla de idiomas, queremos vivir libres
Juan. Os seguiremos queriendo e incluso os ayudaremos cuando lo necesitéis,
pero ya no puedo aceptar los pequeños apaños, ya no me fío de ti. Queremos vivir libres.
-
Eres un
necio, ya no recuerdas como acabaste la última vez que le hablaste así a mi
padre?
-
Juan, me
estás amenazando con la fuerza física a estas alturas?
-
No…Perdona.
Pero ni hablar del resto. Nunca tendréis vuestra propia casa ni vuestro propio
negocio.
**************
Este escrito es solamente
una metáfora. No es mi intención ofender a nadie.
Pseudónimo: “La vida no
s’atura mai”
Sant Adrià de Besòs, 07
d’octubre de 2013
Brillant! Felicitats!
ResponEliminaUn Montgatí.
Moltes gràcies, quina il.lusió, el primer comentari al meu blog! jajajaj
ResponEliminaVa, començo jo: En José García pare és Felip V
Impressionant! És molt bona.
ResponEliminaUna Palafrugellenca
Moltes gràcies!
ResponEliminaDolors Ferrer, en una primera part seria Ferran d'Aragó (dels reis catòlics), però la seva mort també podria ser la de Carles II, que va desencadenar la guerra de successió
En el mateix blog tinc unes reflexions personals sobre el conflicte Catalunya-Espanya. Per si a algú li interessa. Clickant sobre el títol del blog i baixant cap avall van sortint...
ResponEliminaFantàstic, molt bo
ResponEliminaL'autor ha eliminat aquest comentari.
ResponEliminaMolt bo, m'ha agradat moltíssim... qualsevol paregut amb la realitat NO és pura coincidència, Una salutació.
ResponEliminaFantàstic, felicitats
ResponEliminaBon relat, espero que la relació de les dues famílies continui independent, amb bona amistat i respecte.
ResponEliminaXavi Caldes de Montbui.
Se te ha olvidado comentar que el textil estaba arruinado y que sobrevivia gracias a la hipoteca de ambos negocios de forma que cuando Jordi queria separarse se referia solo a llevarse los activos porque el textil no recibia creditos de nadie en el mercado, vamos como si fueran bonos patrioticos.
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